sábado, 3 de julio de 2010

Guión de "Sin Anistesia" Parte 1

Sin Anistesia

Mínguez - ¿Vamos a ver si salís de una vez?
Relator: Gruñía una comadrona señora impaciente.
Rodolfo- Calma, doña Mínguez!
Relator: La aconsejó don Rodolfo, que se había sentado al borde de la cama para calzarse, pues a las ocho entraba a trabajar y ya eran más de las siete.
Rodolfo - Puede que la criatura no esté terminada todavía. Quizá le falte algún detalle: el meñique de una mano, o un cacho de oreja… Hay que dejar a la fábrica que termine el producto antes de lanzarlo al mercado.
Relator: Doña Mínguez sonrió satisfecha, aceptando como un cumplido que su marido la comparase con una fábrica. Y lamentó no poder hachar humo por las narices, para que la comparación resultara más exacta. Aunque se sintió más importante, no por eso interrumpió el tejemaneje en el artefacto de lana que estaba para ponerle al bebe cuando naciese. Tejía sin cesar, ajena por completo a al proceso de dilatación que operaba en su organismo.
Ramona la portera, en cambio, estaba excitadísima, sintiendo en sus nervios todo el sufrimiento que no hacía mella en la reciedumbre de la parturienta. La pobre mujer sudaba como una babosa.
Ramona - Tenga cuidado Doña Mínguez con el agua caliente que es para higienizar. No queremos que haya un accidente y que cocinemos a la cría como un cangrejo.
Mínguez -¿Le parece para tanto Ramona? Es sólo un bebé. Como los que hay en patagones, solo que sin cantito.
Relator: Toda la gente del barrio la llamaba doña Mínguez porque sus padres, bastante despistados por cierto, se olvidaron de bautizarla con uno de esos nombres que usan las personas para diferenciarse entre sí. Y para tapar esa laguna de su nomenclatura, hubo que unirle “doña” al apellido.
Ramona - ¿No siente dolores?
Relator: Preguntaba Magdalena con asombro, metiendo la cabeza bajo la sábana en postura de fotógrafo.
Mínguez - Tanto como dolores… a veces siento unas cosquillas como si se me hubiera metido una hormiga en el ombligo.
Ramona - ¡Cosquillas!
Relator: Exclamó la portera, llevándose las manos a la cabeza y dejándolas ahí un rato.
Mínguez - Si lavara usted a diario un canasto de ropa como yo, esto de dar a luz le parecería más fácil qué… que…
Ramona - De todos modos debería usted tomar un poco de “anistesia”
Rodolfo - ¿Y qué es eso?
Relator: Preguntó don Rodolfo, que de medicinas sólo entendía de bicarbonato.
Ramona - Un remedio pa' que se vaya el dolor. Es una anestesia económica que yo inventé, especial para gente humilde: en vez de usar cloroformo, que es carísimo, usa una botella de anís. Es más, en mi pueblo eso me hizo muy popular.
Rodolfo - ¡Es usted una científica de la ostia!
Ramona - Al décimo trago la parturienta está “anisteciada” por completo y con la misma alegría que tiene un pibe de 15 cuando ve una película picante sin ser descubierto.
Mínguez - ¡A mí nadie me va a anestesiar! ¿Me oyeron bien?
Relator: Exclamó doña Mínguez mientras siguió tejiendo. Era la más serena de todas las personas que se hallaban en la habitación asistiendo al acontecimiento. Se había reunido una pequeña multitud, ya que en los barrios modestos hay pocas distracciones y un nacimiento viene a ser algo así como una función de circo, sólo que sin la música.
La razón por la que todas esas visitas estuvieran hacinadas en la alcoba y no en alguna habitación contigua, como suele hacerse en esos casos, era que en el domicilio de este matrimonio no existían habitaciones contiguas de ninguna especie.
El apartamento, como suele decir la gente para justificar la pequeñez de un piso, se componía por una habitación y una cocina. También había un oscuro cuchitril que se usaba de baño con un pequeño lavamanos, una ducha y un lo otro. Desde la habitación única se salía directamente a un gran rellano de la escalera, al que daban todas las puertas de las numerosas viviendas en las que estaban fraccionado el piso.
Rodolfo - Si, debió ser una cárcel o cualquier otra institución para albergar y fastidiar a muchos individuos. A la vista salta que al construirla se pensó en obtener la máxima capacidad con la mínima comodidad.
Relator: …Eh, puedo seguir?
Rodolfo - Eh, si si, siga nomás…
Relator: Bue… Sus Muros eran delgados, permeables a todas las temperaturas y sonidos. Su escalera era lóbrega, con un tenebroso hueco central que invitaba al suicidio.
Rodolfo - Lo que en lenguaje arquitectónico se llama una solemne porquería.
Relator: (Quejoso) En fin… Los minutos seguían pasando y la criatura no se animaba a salir.
Ramona - Debe ser una niña.
Mínguez - ¿Por qué?
Rodolfo -¿Dónde esta mi otro zapato?
Ramona - Porque tarda mucho en salir a su cita con el mundo.

viernes, 2 de julio de 2010

Guión de "Sin Anistesia" Parte 2

Sin Anistesia

Relator: Ramona, con el fin de hacer más llevadera la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros, comenzó a anistesiarse descaradamente., bebiendo a chorros.
Ramona - ¿Cómo piensa llamar a la criatura?
Rodolfo - Mi zapatooo… ¿Podría mover su pie un segundo?
Mínguez - (Desinteresada) No tengo idea.
Ramona - Esto de nacer parece una cosa de magia.
Mínguez - Si, no sé si tanto.
Ramona - Yo siempre he dicho que la naturaleza es muy sabia.
Mínguez - (quejosa) No tan sabia como para darse cuenta que esto duele.
Rodolfo - ¿Ninguno de ustedes vio mi zapato?
(Tocan la puerta)
Fidel - ¿Se puede?
Ramona - Se puede pero no se cabe…
Mínguez - ¡Dios Santo! ¡Por Boseti!¡Pero si es don Fidel!
Rodolfo - ¿Don Fidel? ¿Tan temprano?
Mínguez - Ya es hora, acaban de dar las ocho.
Rodolfo - ¡Qué lo tiró!
Relator: Don Rodolfo sustituía las malas palabras por palabrotas en presencia de visitas.
Rodolfo - ¿Qué hacemos? ¡Con el mal genio que tiene el tipo!
Relator: Don Fidel como sabrá el radioescucha tan pronto como yo termine se lo explique, era un inquilino al que éste matrimonio había realquilado su habitación para que la habitase durante el día. Todas las mañanas, a las ocho en punto, cuando ellos se habían ido a sus respectivas tareas llegaba don Fidel y tomaba posesión del cuarto hasta las siete de la tarde, cuando se iba a trabajar.
Mínguez - Salí y explicale la situación. Que espere un momento, que voy a intentar parir en un periquete para dejarle la cama libre.
Relator: Don Rodolfo salió, sin haber hallado su zapato, a conferenciar con el enfurecido inquilino, que exteriorizaba su impaciencia aporreando la puerta.
Rodolfo - Está que trina. Dice que podríamos haber elegido otra hora para ponernos a parir como conejos.
Mínguez - Pasa que soy primeriza, no calculo bien.
(Llaman a la puerta nuevamente)
Fidel - ¿Ya está?
Mínguez - Sabés, sacale una silla y dale un mate cocido con leche y un pan para que se distraiga.
Relator: Don Rodolfo hizo caso y volvió lo más rápido que pudo.
Rodolfo - Se calmó un poco, pero insiste en que podrías parir de pie porque está muerto de sueño.
Ramona - (con tono de ebria) Va a parir cuando se le cante, o cuando canta…
Relator: Ramona estaba totalmente anisteciada.
Ramona - Pongale Luis, como el padre de mi hijo.
Mínguez - ¡Pero si su marido se llama Juan!
Ramona - Por eso está tan enojado conmigo. (Cae desmayada)
Relator: La anistecia hizo efecto del todo.
(Golpean otra vez la puerta)
Fidel - (adormecido) ¿Ahora si ya está?
Mínguez - Todavía no...¡Ay! ¡Ahí está!
Rodolfo - ¿Mi zapato?
Mínguez - ¡No! ¡La cría!
Relator: Inmediatamente Ramona da un salto, adoptando nuevamente su postura de fotógrafo para sacar de los pies, cual si fuera una liebre, a la criatura en cuestión.
(Aplausos)
Mínguez - ¡Paren con los aplausos, que no es un circo!
Relator: Al momento, entra Don Fidel a al habitación.
Fidel - Quiero dormir… ¡¿Qué es eso?!
Rodolfo - ¡Mi zapato, es mi zapato! ¡Lo encontré!
Fidel - ¡No, me refería a eso!
Mínguez - Ah, es una niña. ¿Qué pensó que era, una mona? (se enternece) Mamarrachito mío…
Fidel - No, yo solamente preguntaba (Es interrumpido).
Ramona - (ya con mucha resaca) No recuerdo cómo se prendía… Ah, cierto.
(Palmadas)
(Llanto de un bebé)
Ramona - Tranquilos todos, no se asusten. Ya estoy sin anistecia.

miércoles, 30 de junio de 2010

La Magia de la Radio.



Algunos creen que es una magia que consiste en la percepcion incompleta del fenomeno artistico. Suele decirse que como uno no ve lo que esta sucediendo, entonces se lo imagina mejor de lo que es. Esto admite muy serios reparos. Llevar este pensamiento a su expresion mas completa equivaldria a decir que el mejor hecho artistico seria aquel cuya percepcion es nula, porque entonces la imaginacion podria cubrir no solo un tramo del hecho, sino todo el hecho. Entonces ya que nos gusta oir a una persona, pero no verla, podriamos mejorar esta ilusion y acrecentar la magia apagando la radio, ya que la radio apagada seria el summun de esta magia y la magia seria completa. Cuando uno dice que hay que dejar que el lector, que el espectador o que el oyente completen con su imaginacion el hecho artistico, esta diciendo lo siguiente: esta diciendo que es necesario, como pedia Coleridge, interrumpir la incredulidad y ponerse en un estado de fe poetica, pero no esta diciendo que el oyente tiene que escribir el tercer acto. No esta diciendo eso, eso es tenerle mucha fe al oyente. Pedir que el oyente suplante a Shakespeare es pedirle mucho. Lo que si creo es que todos los generos tienden a convertir las dificultades de su percepcion en una virtud expresiva. Por ejemplo, el teatro: como no puede presentar escenarios naturales, como no puede cambiar la escenografia instantaneamente, como no nos puede dar una persecucion en el sentido cinematrografico, apela a una seria de trucos que son el idioma, per tambien las elipsis. Y crecen unos recursos teatrales de extraordinaro efecto, que si no fuera por la dificultad de poner una histoira que ha sucedido en distintos lugares en se rectangulo, no habrian florecido. Con la radio lo mismo, la radio es un caso de ausencia imperfecta. Estamos pero no estamos, Esta solamente nuestra voz, y esa que es al principio una dificultad viene a ser el disparador de extraordinarias ideas que incluso no funcionarian en un escenario y no funcionarian si lo vieramos, o funcionarian peor. Eso si, admito, puede ser la magia de la radio, como existe la magia del teatro, e incluso hasta la magia del cinematografo, que tampoco tiene un poder ilimitado. Y tambien las dificultades del cine se convierten en disparadores de un lenguaje cinematografico mucho mas rico y sugerente y lleno de elipsis, per tambien de metaforas, de metonimias y de reemplazos y sustituciones, que despues de todo son el arte.”

Alejandro Dolina


Fragmento del libro “Cinta Testigo, la radio por dentro” de Sergio Marchi. Editorial Sudamericana.